Es muy normal que escriba por ti.
Lo que ya no sucede es que lo haga para ti.
Te miraba con detenimiento
conociendo cada centímetro
de tu persona.
Esos abismos que llamas ojos
y esos candados que les
dices manos.
Encontraba minuto a minuto cicatrices en tu piel,
y
aquellas que tienes dentro también.
Buscabas ocultarte pero ¿en dónde?
Si yo ya había
llegado a ti.
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