El orgullo no mata al amor,
mata a la relación.
ÉL:
- La vida sigue, me repito para mis adentros.
Con o sin ella.
Mis días se vuelven una rutina, por más que haga cosas nuevas no estoy con ella y eso hace que todo sea tan… igual.
¿Dónde estará en estos momentos?
La imaginaba estudiando, caminando por el parque, yendo al cine, quizás comiendo en algún restorán de comida italiana. Pero cada vez que la imaginaba, la visualizaba sola, aún sabiendo que no era así.
Supongo que yo quería creer que esa era la manera en la que vivía ahora, tal cual como yo lo estaba haciendo.
A veces, por no decir siempre, antes de dormir la recuerdo riendo. Dudo que puedan imaginarse semejante sonrisa.
Acto seguido de imaginarla tan feliz, viene un pinchazo, ¿quién será aquél que le vaya a sacar sonrisas ahora?
Creo que nunca lo sabré, ella está tan lejos y yo la herí tanto con mi adiós que es imposible que alguno de los dos hagamos algo por recuperarnos. Pero estoy seguro que no nos olvidaremos.
ELLA:
- La vida sigue, me repito una y otra vez para mis adentros.
Con o sin él.
Mis días se vuelven una rutina, por más que haga cosas nuevas no estoy con él y eso hace que todo sea tan… igual.
¿Dónde estará en estos momentos?
Lo extraño tanto cada mañana, escribo y borro mensajes diciéndole y preguntándole tantas cosas. ¿En qué momento me convertí en esas personas que viven esperando un milagro?
Cada vez que estoy en un lugar lleno de personas te busco, aún sabiendo que tú estás lejos. Creo que de cierta manera te sigo esperando.
A veces, por las noches siento como si me pensaras o quizás quiero creer que lo haces, tal y como yo lo hago.
Creo que nunca lo sabré, fuiste claro al decirme que no querías verme más. Y puede que pase el tiempo y todo siga igual, que tú y yo no nos volvamos a hablar. Pero estoy segura que no nos olvidaremos.
Si tan solo supieran que están a una llamada de volverse a tener.