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martes, 4 de agosto de 2015

Amargas son las mañanas

Él ha llamado a nuestro amor
un monstruo

Te estás yendo.
Y yo quisiera tener suficientes palabras en
mi vocabulario para detenerte mientras lees esto.
Pero estás lejos ya.


Te mostré de mí todo eso que lastima y guardé
de forma codiciosa todo lo mío que no está herido.

dices que yo soy así.
Te equivocas.
Te equivocas.

Me ves y crees que ya no existe
más camino que caminar.
Que ya todo está dicho.

Sé que tu decisión está tomada.
Sé también porqué te rendiste.

El verdadero motivo de mi carta no es que te quedes,
lo que busco es despedirme.

Nunca tuvimos tiempo para hablar.
Siempre fue aprovechar los pocos segundos
de las pocas horas de los pocos días que teníamos juntos.
 Y así nunca tuvimos tiempo para aclarar
qué tenemos dentro de nosotros.
(Nunca hay momento oportuno para hablar de demonios).


Y hoy te dejo ir sabiendo que nunca pudiste conocer
 lo que realmente soy y me voy triste por eso.

Le digo adiós a tus planes a futuro donde
 a ese espacio en blanco que faltaba por llenar
le pusiste mi nombre.
Me despido de esas peleas tan absurdas que tuvimos
que terminaron por ganarnos.
Me despido de tus hombros que me hicieron recordar
lo que era tener a alguien que me sostuviera por completo.

Me despido de tus ausencias.
De mis discusiones.
De tus reglas de juego
que nunca entendí.
De mis celos.
De tus camisas.
De tus extraños gustos.
De esa música que sin ti
nunca hubiera conocido.

Adiós a tus sueños
A tu espalda.
A tus manos
A tu voz.
A tus ojos.
A tus ojos…

Esta carta es para despedirme
pero no sin antes preguntarte:

¿En verdad tienes que irte?

lunes, 8 de junio de 2015

Me habitas

Enamórate de mí para que
no me duela tanto.


Eres cruel sabiendo lo que me dueles. 

Teniendo 
amplio 
conocimiento del poder que tienes sobre mí, 
sobre mis emociones, mi humor, mi vida. 


Aún consciente de todo te atreves a 
arrojarme una piedra y escondes la mano.


Por favor,  
no    me    hagas    dejar    de   quererte. 

Porque si bien te aseguro que no deseo dejar de hacerlo, puedo. 
Puedo porque con cada herida que causas  abres mi piel 
y creas una salida para que tú, que habitas en mí, 
salgas de adentro.

lunes, 1 de junio de 2015

No sabes querer

Esforzarse para ti es cansarte
de pedirle al otro que haga algo.



Querido X:

Te escribo esto con la intención de cerrar ese círculo nocivo que tenemos juntos. Una relación que se disfrazó de oveja siendo un lobo.

No sabes querer.

No sabes querer por el simple hecho de que jamás has sido una persona a  la que le guste batallar. Y querer, lamentablemente es muchas veces también esforzarse.

Quizás no tengas claro lo que es estar con alguien, quizás a una parte inconsciente de ti ni siquiera le interese. Pero no puedo quedarme callada ahora cuando por fin te veo con claridad.

Uno no elige a quien querer. Quizá si tuviéramos esa opción los dos elegiríamos no querernos. Ambos por distintas razones. Tú por el esfuerzo que eso requiere y yo… yo porque por más voluntad que le he puesto a esto sigues encontrando distintas formas de demostrarme el poco valor que yo tengo para ti. Pero como te dije, uno no escoge a quién querer. Pero sí cómo quererlo.

Por favor no te confundas. Esto no tiene que ver con todos los problemas que hemos tenido a lo largo del tiempo. Lamentablemente son cosas que nos sobrepasan. Pero es la forma de cómo lidias, o mejor dicho la forma en la que no lidias con estos lo que me hace ahora escribirte esto.

Buscar la forma de solucionar una dificultad no le place a nadie, yo te entiendo. Pero la manera en la que lo haces… La manera tan cómoda en la que me atas los brazos y pies y me pidas que haga algo y al mirarte y pedirte ayuda digas que soy yo la “cómoda” que yo quiero que tú lo hagas todo… ¿a qué estamos jugando? Si soy yo la que te pide un descanso de esto.

Te escribo esto un tanto molesta, un tanto desilusionada y un tanto triste. Supiste exactamente cómo hacerme creer en ti para que después me dieras una patada en el estómago. Pero no es tu culpa. Fuiste un vendedor de buena fe (porque creo fielmente que no estás consciente de tus errores), que simplemente ofreció una mierda como producto. Yo fui la tonta que te lo compró todo porque una parte de mí siempre creyó que eventualmente verías el cariño que te tengo como algo por lo que, si bien para ti no vale a pena esforzarse, por lo menos tratar de hacer las cosas bien.


Te deseo una vida fácil. 
No sé si sepas sobrevivir con una que no lo sea.

sábado, 18 de abril de 2015

¿Hace cuánto que te fuiste?

Ojalá nunca regreses para que no 
puedas ver el desastre que causaste.

Me esfuerzo por meter la colilla de mi último 
cigarrillo en el cenicero lleno.

A duras penas me levanto para cerrar las cortinas 
y prohibirle al sol el paso.

Me engaño para creer que el tiempo se detiene 
y que en realidad no estoy desperdiciando mis días así.

Me enredo en las sabanas y las pego a mi piel para sentir
esas caricias, ese calor que me falta.
¿Hace cuánto que te fuiste?

domingo, 22 de marzo de 2015

Lo que te ofrezco

El dolor más penetrante es ese que te 
causan las personas que tanto te importan


Parece tan poco todo esto que te ofrezco.

Unas semanas, tal vez un par de meses con mi compañía. 
Largas pláticas en la madrugada y hacerte reír cuando  haga falta. 
Voy a ayudarte a volar un poco para que recuerdes lo liberador que es ser querido y que aprendas lo reconfortante que resulta ser aceptado, valorado.
Te ofrezco oídos atentos ante tus problemas y brazos fuertes para cuando sientas que te derrumbas. Te otorgo todo mi interés ante tus gustos y que me apasionen tu risa, tus caricias…

Sí, te ofrezco tan poco.

Te daré a manos llenas la desesperación de no saber porqué me alejo y lo agobiante que es volver al suelo después de haber estado en el aire tanto tiempo.
Te doy mis oídos sordos  ante tus reclamos y brazos fuertes que te apartarán cada vez que te acerques. 
Te otorgaré todo mi desinterés ante tus sentimientos hacía mí.


Sí, mejor vete mientras puedas.
Aquí realmente no hay mucho para ti.

sábado, 11 de octubre de 2014

Agricultora de recuerdos

Cuando los recuerdos no se marchan, matan


¡Maldito! ¡bastardo! Mira lo que has hecho.
No te atrevas a quedarte callado.
Observa, contempla, mira al monstruo que has creado.

Abro el suelo y meto en el hueco todos los momentos. Entierro los remordimientos y trato de evitarlo, pero crecen. Los arranco, los quemo y vuelvo al inicio. Mira lo que me has hecho: soy y una agricultora de recuerdos.